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En Filadelfia, Biden opta por la demagogia

En Filadelfia, Biden opta por la demagogia

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La semana pasada, en un discurso en hora pico a toda la nación, el presidente Biden acusó a los seguidores republicanos del expresidente Trump de ser extremistas y de poner en peligro nuestra democracia. Nunca en la historia del país se había visto a un presidente arremeter en contra de los millones de militantes del partido de oposición. Después de todo, el presidente es presidente de todos los americanos, independientemente del partido al que pertenezcan. Lamentablemente, lo único que logrará Biden con su alocución es dividir aún más al pueblo, lo cual es verdaderamente irónico si consideramos que Biden nos prometió, desde el inicio de su administración, que trabajaría para unir al país.

El presidente intentó minimizar lo indecoroso de su discurso asegurándonos que los republicanos leales a Trump o republicanos MAGA, como los llama él, haciendo alusión al lema de campaña del expresidente “Make America Great Again” (“Hagamos a los Estados Unidos Grande Nuevamente” en español), son solo una fracción minoritaria del partido. Pero Biden sabe que esto es falso. Todas las encuestas demuestran que, hoy en día, la inmensa mayoría de los republicanos son republicanos MAGA. Es decir, la mayoría apoya la filosofía política del expresidente y quiere que sea el nominado del partido a la presidencia en las elecciones del 2024. Por lo que el presidente sabe muy bien que cuando ataca a los republicanos MAGA, está atacando prácticamente a todos los republicanos del país.

A pesar de que la Casa Blanca insistió que el discurso no fue uno político, es evidente que sí lo fue. Al parecer Biden ha concluido que, ante el bajo nivel de aprobación de su gobierno, la única manera en que los demócratas pueden ser competitivos en las elecciones de mitad de término es demonizando a la oposición. Eso explica el lenguaje hiperbólico usado en su discurso. Según el presidente los republicanos MAGA “no respetan la Constitución”, “no creen en el Estado de Derecho”, “avivan las llamas de la violencia política” y, en definitiva, “representan un extremismo que pone en riesgo los pilares de la república”.

El objetivo ulterior de esta narrativa es hacer pensar a los votantes que los republicanos de hoy son objetivamente un peligro inminente para la seguridad de la nación y moverlos a votar por los demócratas como la solución a esta amenaza. Los republicanos son malos y los demócratas son buenos. Así de sencillo.

Por eso Biden hizo un llamado a “demócratas, independientes, republicanos convencionales” a “ser más fuertes, más decididos y más comprometidos en defender la democracia americana que los republicanos MAGA en destruir[la]” para, más adelante, exhortarlos a que “voten, voten, voten”.

Es preocupante, por otra parte, que Biden trate de implicar que los republicanos también sean un riesgo para la democracia debido a las ideas por las que abogan, como el derecho a la vida. ¿Es que ahora ser provida es antidemocrático? Además, ¿no se trata precisamente de eso la democracia? ¿De asumir posturas y tratar de adelantarlas a través del debate y los procesos legislativos?

Más aún, es irónico que el presidente que ahora declara que hay que dar una batalla por la democracia y por defender la ley y el orden es el mismo que ha nombrado jueces activistas para que impongan una agenda ideológica de izquierda desde los tribunales, usurpando el poder de los representantes electos del pueblo, y que decide no hacer cumplir la ley en la frontera con México, creando una crisis de seguridad nacional sin precedentes.

Biden tampoco es honesto cuando dice que los republicanos de hoy fomentan y justifican la violencia, haciendo referencia exclusivamente a lo actos de violencia del 6 de enero perpetuados por cientos de seguidores del expresidente de Trump en el Capitolio. Este lamentable episodio ciertamente fue trágico, pero es injusto concluir, como hace el presidente, que ese tipo de conducta es típica de las personas que apoyan a Trump o que estos de alguna manera la condonan. No está bien juzgar a justos por pecadores. La realidad es que los millones de personas que se identifican con el ideario de Trump son ciudadanos honestos y responsables que están políticamente activos solo porque quieren lo mejor para su país. Si al presidente realmente le interesa unir al país, debiera elogiarlos por su compromiso cívico y patriotismo, en vez de criticarlos.

Llama la atención, por cierto, que el presidente se enfoque en este triste suceso para hacer generalizaciones irresponsables sobre los republicanos, mientras opta por no hablar de las manifestaciones violentas organizadas por grupos de izquierda en múltiples ciudades del país durante el verano del 2020. No nos olvidemos que, cuando esta violencia estaba ocurriendo, Biden no la condenó, aunque provocó más de treinta muertes e incluyó la destrucción de propiedad publica y privada. Esta discusión selectiva de la violencia política le resta credibilidad a cualquier cosa que diga Biden sobre el tema.

Es penoso que, en una supuesta defensa de la democracia, Biden haya dado un discurso fundamentalmente antidemocrático, similar a los de lideres autocráticos como Vladimir Putin y Nicolás Maduro que están acostumbrados a vilipendiar a cualquiera que se les oponga. En vez de entrar en un vigoroso debate de ideas con la oposición, que es lo que se hace en una democracia, Biden prefirió promover el odio y la división para adelantar su agenda política.

Alfonso Aguilar es de Senior VP and Political Director de El American, exjefe de la Oficina de Ciudadanía de los Estados Unidos durante la administración del presidente George W. Bush y presidente del Latino Partnership for Conservative Principles. // Alfonso Aguilar is the Senior VP and Political Director of El American and former head of the Office of United States Citizenship during the administration of President George W. Bush and president of the Latino Partnership for Conservative Principles.

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