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El escándalo de GoFundMe y el futuro distópico sin dinero en efectivo

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Esta semana hemos sido testigos de un ataque gravísimo a la libertad, que además puede ser indicativo de un futuro muy oscuro. Sin embargo, el escándalo de GoFundMe ha pasado un poco desapercibido, o al menos no se le ha dado la importancia que merece.

Quizás sea consecuencia de la saturación de noticias sobre este tema, o fruto del desconocimiento financiero o, tal vez, simplemente nos hayamos acostumbrado a vivir a merced de las decisiones arbitrarias de las Big Tech. Lo cierto es que la decisión de la plataforma de recaudación de fondos GoFundMe de negar el reparto del dinero al Convoy de la Libertad sienta un precedente muy serio que debemos denunciar.

GoFundMe se negó a repartir al Convoy de la Libertad millones de dólares en donaciones recibidas para sufragar el combustible, alimentación y alojamiento de los camioneros que desde hace semanas protestan en contra de los mandatos de vacunas y las restricciones sanitarias impuestas por el Gobierno de Trudeau.

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Manifestantes del Convoy de la Libertad. (EFE)

Aduciendo que los camioneros habían “violado las normas de la plataforma” —aunque en otras ocasiones hayan hecho la vista gorda con otras organizaciones—, GoFundMe no solo retuvo los fondos recaudados para los camioneros, sino que en un principio pretendieron redirigir los fondos hacia otras causas de su elección, habilitando un engorroso formulario para solicitar el reembolso, lo cual parece una forma encubierta de disuadir a los donantes para quedarse con su dinero.

Ante la indignación y presión de los usuarios, GoFundMe rectificó y decidió devolver las donaciones de forma automática a cada pagador, pero el mero hecho de que esta no fuera la decisión por defecto dice mucho de la desfachatez e impunidad con la que se creen este tipo de corporaciones.

El escándalo de GoFundMe es solo un paso más hacia el totalitarismo

Detrás de páginas y páginas de “condiciones del servicio” y un botón de “aceptar” —que casi todos los usuarios apretamos sin más—, se esconde una tiranía ideológica que ha de ser frenada. Lo que ha hecho GoFundMe deja en evidencia que este tipo de plataformas se creen dueños de sus clientes, cuando en realidad deberían estar a nuestro servicio.

Facebook te pregunta “¿qué piensas?”, pero si no piensas lo que ellos quieren te maltratan con baneos de 24 horas, una semana, 30 días o incluso permanentes. Mientras tanto, sus usuarios vuelven una y otra vez haciendo gala de un síndrome de Estocolmo adaptado al mundo virtual. En Twitter la gente se ha acostumbrado a vivir con una espada de Damocles que pende sobre sus cuentas, como si fuera algo normal.

La cesión de soberanía personal que hemos permitido ante estas plataformas es alarmante, y con el movimiento de GoFundMe queda claro que su próximo objetivo es nuestro dinero. No es casualidad que el establishment lleve años preparando el terreno para una sociedad sin dinero en efectivo.

Prohibiendo el dinero en efectivo, o llevándonos al redil de una economía digitalizada totalmente centralizada, tendrán control sobre uno de los últimos bastiones de libertad que nos quedan. Si GoFundMe ha estado a punto de salirse con la suya en esta ocasión, lo próximo será un paso más en dirección hacia un mayor control.

Al igual que ahora asistimos pasivamente y con resignación a la censura de nuestras propias cuentas en redes sociales, no es descabellado pensar que dentro de poco puedan decidir en qué podemos gastar nuestro dinero digital, o reasignen nuestros gastos en función de los intereses del gobierno de turno. Lo de GoFundMe ha sido gravísimo, pero más grave es la falta de repercusión de lo que es claramente un test de hasta dónde estamos dispuestos a ceder.

Si GoFundMe no enfrenta graves repercusiones legales por lo que ha intentado y, sobre todo, si los usuarios no castigan este comportamiento dando la espalda a esta página y migrando hacia otras alternativas para la recaudación de fondos, será una muy mala señal para el futuro.

Que este escándalo esté estrechamente relacionado con los pasaportes COVID debería ser una clara advertencia de que los certificados de vacunación son un mero ensayo de un proyecto totalitario mucho más ambicioso por parte de los gobiernos. No hay que ser muy avispado para darse cuenta de que los pasaportes sanitarios se acabarán convirtiendo en cartillas digitales de buen ciudadano, mediante las cuales los gobiernos podrán controlar todos los aspectos de nuestra vida en nombre de cualquier excusa como una emergencia sanitaria o climática.

Al igual que ya vemos con normalidad que nos bloqueen nuestras cuentas de Twitter o Facebook, o no se nos permita trabajar o entrar a locales en función de cumplir unos requisitos sanitarios totalmente arbitrarios, no sería de extrañar que pronto limitasen cuánto dinero podemos gastar en qué productos y en qué empresas, en función de algún opaco cálculo de nuestra huella de carbono.

Claro está, esto se hará en nombre de la salud del planeta y de la justicia climática. Y lo peor es que pensaremos que esto es normal.

Es momento de plantarnos ante la inminente tiranía que preparan gobiernos y corporaciones tecnológicas, y mientras exigimos un cambio de rumbo deberíamos utilizar sistemas descentralizados que funcionen con el anonimato, la privacidad y la flexibilidad del dinero en efectivo. Cualquier otro camino nos lleva directos a una distopía en la que es muy fácil entrar, pero de la que sería muy difícil salir.

Ignacio Manuel García Medina, Business Management teacher. Artist and lecturer specialized in Popular Culture for various platforms. Presenter of the program "Pop Libertario" for the Juan de Mariana Institute. Lives in the Canary Islands, Spain // Ignacio M. García Medina es profesor de Gestión de Empresas. Es miembro del Instituto Juan de Mariana y conferenciante especializado en Cultura Popular e ideas de la Libertad.

Social Networks: @ignaciomgm

1 comentario en «El escándalo de GoFundMe y el futuro distópico sin dinero en efectivo»

  1. Excelente artículo. Los clientes pueden dejar de comprar (o utilizar) empresas privadas —Facebook, Twiter, GoFundMe, TV, radio—, pero del Estado es más difícil librarse. Debemos usar todo lo posible el dinero en efectivo.

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