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EL PASADO 26 de julio el viceministro iraní de asunto económicos, Mohsen Kousheshtabar, aseguró que el régimen de Nicolás Maduro le había proporcionado a Irán un millón de hectáreas de tierra de cultivo en territorio venezolano, con la supuesta intención de que especialistas iraníes desarrollen industrias de alimentación.
El acuerdo se habría firmado en junio, cuando el dictador Nicolás Maduro visitó Irán y mantuvo conversaciones con el presidente Ebrahim Raisi.
En su momento, el mandatario iraní aseguró que las relaciones de su país con la dictadura venezolana son “estratégicas” frente al “imperialismo” de Estados Unidos, y aseguró que el acuerdo de 20 años es una muestra de voluntad de las partes de comprometerse a largo plazo en diferentes áreas.
Semanas después se da a conocer que eso implica que Maduro le entregue a Irán un millón de hectáreas, en las que el régimen terrorista tendrá disposición para desarrollar cualquier tipo de misión política o bélica, disfrazado de “cooperación económica”.
En los últimos meses, la administración Biden ha estado negociando con el régimen de Maduro, presuntamente con el propósito de que Venezuela vuelva a convertirse en un exportador de petróleo para Estados Unidos, ante la invasión de Rusia a Ucrania que ha creado tensiones en el mercado petrolero. Sin embargo, Venezuela no tiene la capacidad tecnológica, industrial y económica para convertirse en un proveedor de Estados Unidos, y lo único que ha hecho Biden es legitimar al régimen de Maduro, mientras que este sigue negociando abiertamente con los regímenes enemigos del país.
A la penetración abierta de Irán en Venezuela se suma el reciente llamado del presidente de Argentina, Alberto Fernández, a la región para que negocien con China un acuerdo comercial, y dejar a la región cada vez más dependiente de las importaciones de la dictadura comunista, relegando a Estados Unidos mucho más en su condición de socio estratégico de la región.
En los últimos años, América Latina ha estado minándose de gobiernos de izquierda con una retórica abiertamente “antiimperialista”, y la administración Biden, lejos de intentar hacer notar la influencia en la región y elaborar una política externa que permita alinear a América Latina con los intereses de Washington, ha permitido con sus políticas y la bendición de las políticas de izquierda, el resurgimiento de este movimiento en sus vecinos del sur, que pone en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos, y limita drásticamente la influencia de la primera potencia sobre los países de la región.
Mientras Rusia desarrolla una guerra en su eje de dominancia para tratar de apoderarse de Ucrania; China, Irán y el mismo régimen de Putin se adentran cada vez más en América Latina y a la administración Biden pareciera no importarle el desarrollo de estos acontecimientos.
Biden no se ha tomado siquiera la molestia de lanzar un comunicado de rechazo ante los planes de los mandatarios de la región para abrirle las puertas a Irán, China y Rusia, mientras Estados Unidos es lentamente expulsado de los planes de integración de América.
Los venezolanos, lamentablemente, tienen pocas armas para luchar contra un régimen que ha vendido su soberanía a Rusia, China, Cuba e Irán a cambio de dinero, armas y logística para destrozar cualquier iniciativa opositora; mientras que Biden, lejos de tratar de brindar una ayuda a los pueblos oprimidos por regímenes socialistas, ha colaborado con su legitimación y desmontado sanciones para permitir que continúen aplastando los derechos humanos en la región.
Las elecciones de noviembre están a la vuelta de la esquina y todos los latinos en Estados Unidos deberían recordar lo que ha estado ocurriendo en sus naciones de origen bajo la administración Biden.
Emmanuel Rincón is a lawyer, writer, novelist and essayist. He has won several international literary awards. He is Editor-at-large at El American // Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ganador de diversos premios literarios internacionales. Es editor-at-large en El American