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Nuestro inmoral e inhumano sistema migratorio

Nuestro inmoral e inhumano sistema migratorio, EFE

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La semana pasada la Patrulla Fronteriza encontró en el sector del Río en Texas los cadáveres de trece migrantes ahogados en el río Grande. Si bien es cierto que la crisis en la frontera, creada por las políticas migratorias del presidente Biden, es una crisis de seguridad nacional y de salud, este lamentable, pero no inusual, incidente es evidencia dramática de que la crisis también es humanitaria. Las irresponsables políticas de la administración, contrariamente a lo que alega la Casa Blanca, no son “promigrante”. Al contrario, ponen en riesgo sus vidas y seguridad.

El mundo entero sabe que Biden ha abierto la frontera. No es un secreto que el presidente ha desmantelado las medidas implantadas por la administración Trump que habían blindado la frontera, dificultando la entrada ilegal. Todo el mundo sabe que Biden dejó de construir el muro y le dijo al Gobierno mexicano que ya no necesitaba las miles de tropas que Trump le había pedido para vigilar la frontera. Sabe, además, que ahora, si un migrante llega a la frontera y solicita asilo, aunque no tenga un reclamo legitimo para pedirlo, lo van a dejar entrar y no lo van a detener.

No nos debe sorprender, pues, que millones de personas estén haciendo el peligroso viaje a la frontera sur de los Estados Unidos en el que tantos mueren y muchos más son víctimas del crimen violento. En el año fiscal 2021, más de 1.7 millones de personas fueron detenidas en la frontera, y en este año fiscal que termina en octubre, ya se ha llegado a casi dos millones, y se espera que se supere ese número por mucho. Nunca en la historia se habían visto números tan altos como estos.

El caos que se ha creado con la llegada irregular de millones de personas a nuestra frontera, primero que nada, presenta graves retos a la seguridad nacional y a la salud de nuestros ciudadanos, ya que facilita la entrada de personas que quieren hacernos daño, así como el tráfico de drogas. La Patrulla Fronteriza claramente está sobrecargada por el volumen de personas llegando a la frontera y no puede hacer su trabajo de interdicción efectivamente.

En lo que va de año fiscal, la patrulla fronteriza ha detenido a, por lo menos, cincuenta personas en la lista de vigilancia de terroristas del FBI. Por otra parte, la gran parte del fentanilo, la droga opioide que está causando una epidemia de muertes por sobredosis en el país, particularmente entre los jóvenes, entra por la frontera sur.

Pero, es importante reconocer, que las políticas de inmigración de la administración Biden también han creado una crisis humanitaria jamás vista. Lejos de crear un sistema migratorio “moral y humano” como nos prometió, lo que a hecho Biden es poner en marcha un movimiento masivo de migrantes pobres a nuestra frontera que los expone a numerosos peligros.

Hasta el momento, en este año fiscal, ya han muerto 748 personas que trataban de cruzar la frontera, un aumento significativo de las 557 muertes registradas en el 2021. El número total de muertos seguramente es más alto, pues a veces los cadáveres son encontrados por otras agencias policiacas y no son reportados. Tampoco sabemos cuántos mueren antes de llegar a nuestra frontera. Mueren ahogados, por deshidratación o por las serias heridas que sufren durante el viaje a través del inhóspito y escabroso territorio.

En este corredor de terror que se ha creado, miles también son víctimas de todo tipo de crimen y violencia. Se estima que hasta 60 % de las mujeres y niñas son víctimas de agresión sexual o violación. El desorden prevaleciente también favorece la trata de mujeres y niños como parte del comercio sexual. En ocasiones, las agencias de inmigración accidentalmente entregan niños a criminales, pensando que son parientes.

Para Biden, empero, los migrantes son solo una consideración secundaria. Si fueran su prioridad, ya hubiera hecho algo para revertir la grave crisis que ha desencadenado. Es obvio que lo que quiere Biden es llenar al país de migrantes a toda costa con la esperanza de crear un ambiente político más favorable a la izquierda.

Este cínico esfuerzo de reingeniería social debe ser denunciado. No se puede jugar a la política con la vida de millones de personas. El flujo masivo de migrantes que estamos viendo es, como ha dicho el renombrado cardenal católico Robert Sarah, “una nueva forma de esclavitud” a la cual se le debe poner fin.

Ha llegado el momento de retar la falsa narrativa de la izquierda de que las políticas de fronteras abiertas son justas y humanas. Un país sin fronteras protegidas compromete la seguridad tanto de sus ciudadanos como la de aquellos que quieren entrar sin permiso.

Alfonso Aguilar es de Senior VP and Political Director de El American, exjefe de la Oficina de Ciudadanía de los Estados Unidos durante la administración del presidente George W. Bush y presidente del Latino Partnership for Conservative Principles. // Alfonso Aguilar is the Senior VP and Political Director of El American and former head of the Office of United States Citizenship during the administration of President George W. Bush and president of the Latino Partnership for Conservative Principles.

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