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Uno de los factores que tomó en cuenta el papa emérito Benedicto XVI para concretar su decisión de renunciar fue la proximidad de un evento que exigiría un esfuerzo físico del que no se sentía capaz: la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro, en 2013. Esta sería en julio, y el papa alemán renunció en febrero. Tiempo suficiente —según sus cálculos— para que el nuevo pontífice asumiera los compromisos de la Semana Santa y el tiempo pascual, y se preparara para el viaje a Brasil.
En una entrevista concedida al diario La Repubblica en 2016, el pontífice emérito aseguró: “después de la experiencia de viajar a México y Cuba, ya no me sentía capaz de hacer un viaje tan exigente. Además, con el enfoque dado por Juan Pablo II a estos días, la presencia física del papa era indispensable. No se podría pensar en un enlace de televisión u otras formas garantizadas por la tecnología. Esta también era una circunstancia por la cual la renuncia era un deber para mí”.
La Jornada Mundial de la Juventud es un festival donde se reúnen jóvenes católicos de todo el mundo en una ciudad determinada. Este evento fue iniciado por san Juan Pablo II en 1986, y la más reciente se llevó a cabo en Panamá, en el 2019.
Se trata de viajes sumamente exigentes a nivel de agenda, en los que el papa tiene un rol protagónico que exige un esfuerzo físico considerable.
La próxima JMJ está programada para la primera semana de agosto de 2023, en Lisboa, Portugal. Mientras millones de jóvenes realizan actividades para costear su viaje, el romano pontífice se encuentra en una situación de salud preocupante.
La rodilla derecha del papa ha venido causándole serios problemas de movilidad. En una reciente entrevista con Il Corriere della Sera, Francisco admitió que sufre una rotura de ligamentos. Tras ser intervenido, se ha dejado ver por primera vez en silla de ruedas.
Es un hecho que la fuerza física del papa va decayendo y se aproxima una Jornada exigente para él. Queda por definir si su reflexión irá orientada del mismo modo que la de su predecesor, o si, como san Juan Pablo II, se quedará hasta el final “porque Cristo no se bajó de la cruz”. Ambas vías son correctas, y respetables.
Nuestros mejores deseos de recuperación al papa Francisco.
Este artículo apareció originalmente en el newsletter de El American el 8 de mayo de 2022. Suscríbete gratis aquí.
