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Putin intenta cambiar de estrategia ante su fracaso en Ucrania

Putin día de la victoria

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Esta semana, más concretamente el pasado 8 de mayo, como es habitual los países europeos celebraron el “Día de la Victoria” para conmemorar el triunfo del conglomerado militar llamado “Los Aliados”, cuyas cabezas de este bloque lo constituyeron por el ala Occidental y democrática Reino Unido con Wiston Churchill, Estados Unidos con Franklin Roosevelt y la Unión Republicana Socialista Soviética (URSS) con el temible Joseph Stalin, quienes lucharon contra los nazis o el bloque denominado “Las Potencias del Eje” (Alemania, Italia y Japón).

En consecuencia, vimos una vez más los actos de rigor en Francia, Polonia incluso hasta en Ucrania. Donde también es habitual esta celebración con grandilocuencia es en Rusia, con su tradicional gran exhibición militar en la Plaza Roja de Moscú, en las adyacencias del Kremlin, acto presidido por el propio Vladimir Putin, quien cumplió su papel como orador de orden ofreciendo un discurso, en esta ocasión muy peculiar, pues, tuvo lugar en pleno conflicto armado con su vecina Ucrania.

Justamente eso es lo que brevemente haremos en estas líneas, analizar el status de la invasión rusa a Ucrania colocando el lente en este reciente discurso de la Victoria pronunciado por el presidente Vladimir Putin. Para ello, emplearemos una de las máximas del prominente historiador inglés Eric Hobsbawm quien dijo: “lo espectacular no es necesariamente lo más importante”.

Vamos al contexto, la mayoría de la prensa occidental ha repetido una y otra vez que Rusia está perdiendo la guerra en Ucrania. Entre sus argumentos –no menos ciertos- la clave ha estado en la tecnología, de la que no disponen las fuerzas rusas, como es el caso de los misiles javelines o los stinger e incluso los escurridizos drones de fabricación turca capaces de derribar helicópteros artillados y aviones Sukhoi. Rusia tiene una fuerza numéricamente muy superior, pero obsoleta, mal equipada, con pobre logística, mal alimentada y que ya ha agotado sus misiles inteligentes, por lo que hoy está empleando viejos misiles soviéticos. En crudo, un típico ejército tercermundista que históricamente ha sido sobreestimado.

Partiendo de esa sobre estimación, inicialmente se pensaba que la invasión rusa a Ucrania iba ser una suerte de operación relámpago, que Kiev caería en apenas 72 horas, siendo tomada la capital y derrocado el gobierno de Volodímir Zelenski, lo cual, para suerte de los ucranianos, no ocurrió.

El saldo hasta ahora del conflicto en números brutos se estima en 8 millones de desplazados al interior de Ucrania, otros 6 millones abandonaron el país, 7 mil muertos (entre civiles y militares) más los 3 mil civiles pacientes con enfermedades crónicas (SIDA y cáncer) quienes también murieron por no recibir su tratamiento médico a tiempo, sin contar con las enormes pérdidas materiales y destrucción de todo tipo de estructuras civiles. Sin embargo, el saldo es mayor para los rusos, según fuentes de inteligencia del Reino Unido, las bajas rusas oscilan entre los 22.000 hombres, más de 400 tanques, unos 2.000 vehículos blindados y hasta su buque insignia –el Moscú–, además de helicópteros y aviones de combate.

Putin, Zelenski y el Nuevo Orden Mundial: ¿qué representa cada uno esta guerra?

Superando los números, sobre el terreno, hoy las tropas rusas controlan la mayor parte del Donbás, además de la portuaria y clave ciudad de Mariúpol cuya resistencia ucraniana se ha reducido a la asediada fábrica metalúrgica de Azovstal, lo que le permitió avanzar hacia Odesa. En crudo, hoy Rusia prácticamente le ha arrebatado a Ucrania todo el litoral sur y lo que implica, su salida a los Mares de Azov y el Negro, con todo lo que ello significa, lo cual, no es un menudo o exiguo éxito para Rusia.

En cuanto al discurso de Putin, si bien es cierto, estuvo impregnado de su habitual carga nacionalista, anti-nazi y anti-fascista, con su típica exaltación a la bandera, los veteranos y la sangre derramada, también hizo mención a lo que denomina la “operación especial” en Ucrania. Y allí quiero destacar lo que no dijo, es decir, no hubo una declaración formal de guerra contra Ucrania, no hubo declaración de victoria (ni total ni parcial) ni tan siquiera una declaración de anexión de nuevos territorios. Tampoco mencionó el uso de sus armas nucleares o que ampliaría el combate contra los países tanto de la OTAN como de la Unión Europea.

Este discurso de Putin durante el 77° aniversario de la Victoria de Rusia sobre la Alemania Nazi fue supremamente cauteloso, aplomado y en definitiva extremadamente prudente, pues, es evidente, que si bien es cierto que hoy las tropas rusas dominan gran parte de los territorios ucranianos desde Mariúpol hasta el Donbás, podemos hacer un par de observaciones: primero, definitivamente los paquetes de sanciones económicas han golpeado la economía rusa y son el germen de una severa crisis económica que pondría en seria amenaza su propio gobierno y, segundo, no eran los resultados que esperaba ni deseaba Putin.

Para cerrar, a mi juicio Putin apunta a un cambio de estrategia, es decir, ir cerrando este capítulo de la invasión de la manera más pronta y discreta posible una vez asegure el control de Odesa. La segunda opción, la que plantea Avriel Haines, Directora Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, Putin estaría buscando una “guerra prolongada”, lo cual, sería más doloroso para Ucrania, pues jugaría al factor tiempo logrando debilitar el apoyo de Occidente a Zelenski y, una vez abandonado, Rusia asestaría el golpe final: controlar Kiev y derrocar su gobierno. Sólo el tiempo develará los derroteros de esta guerra.

Nahem Reyes is a PhD in history from the Andrés Bello Catholix University and associate member of the American Studies Center of the Central University of Venezuela. // Nahem Reyes es doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello y miembro asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela.

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