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El supremacismo totalitario del régimen chino

El supremacismo totalitario del régimen chino, EFE

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Como explicó Charles Burton del Instituto Macdonald-Laurier de Ottawa, “El Partido Comunista de China –PCCh– exige a los chinos con ciudadanía extranjera lealtad absoluta con la madre patria representada por el PCCh” porque en su doctrina “No hay salida a la identificación étnica basada en ser descendientes del Emperador Amarillo”. Beijing es un totalitarismo ideológicamente socialista de gestión semicapitalista que identifica cada vez más claramente raza con nación mientras apela a un mito histórico supremacista. ¿Dónde hemos visto algo así antes? Pues en la Alemania nacionalsocialista. Un supremacismo racista totalitario que incluye el genocidio de minorías ya es demasiado abierto en la ideología de Xi.

El pensamiento de Xi Jinping, como parte oficial de la ideología del totalitarismo chino, amalgama maoísmo reinterpretado con confucianismo autoritario en el mito imperial del Mandato del Cielo. Tianxia, “Todo bajo el cielo”, es un mito chino al que Xi apela nuevamente. Significa que Beijing se ve como único gobierno realmente legítimo del mundo. Y ve al resto de naciones como tributarias e inferiores cultural y racialmente. Ni más ni menos. Xi afirmó el mes pasado que promover la gran unidad del pueblo chino es una responsabilidad histórica de la nueva era y “para hacer bien el trabajo, debemos […] unir a todos los chinos […] incluyendo a aquellos que viven bajo diferentes sistemas sociales”. El eufemismo “diferentes sistemas sociales” lo usa para referirse a “otros países” sin denominarlos naciones.

Lo que Xi exige a los chinos del mundo es apoyar Beijing sobre y contra las naciones de las que son ciudadanos, sin importar su ciudadanía, que nacieran dentro o fuera de china, o que sus familias chinas étnicas tengan generaciones fuera de China. Mao ya intentó utilizar poblaciones de etnia china fuera de China, pero Xi tiene más que ofrecer, porque China ya no es una nación subdesarrollada de hambrunas, sino una potencia ascendente mediante la gestión semicapitalista “privada”, el robo masivo de tecnología y la manipulación proteccionista de las reglas del comercio internacional.

Xi sueña con hacer a todos los chinos del mundo una fuerza unificada “patrióticamente” obediente al totalitarismo de Beijing. Ya en 2013 el diplomático Yang Jiechi explicaba a un grupo de niños en un evento “turístico” de “rastreo de raíces”, patrocinado por Beijing en Guangdong, que “todos compartimos los mismos ancestros, historia y cultura, todos somos hijos e hijas de la nación china y descendientes del dragón”, aludiendo a la popular canción Descendientes del dragón de la década de 1980 que en su llamado racial a la unidad china dice “con ojos marrones, cabello negro y piel amarilla, somos para siempre descendientes del dragón”.

Los chinos étnicos fuera de China son, en su mayoría, orgullosos patriotas leales a sus naciones. Y Xi no logrará que todos ellos las traicionen para servirle al totalitarismo chino. Pero aprovechará al racismo inverso woke como aliado contra de los esfuerzos para combatir su reclutamiento de agentes entre las comunidades chinas del extranjero. En febrero, el Departamento de Justicia puso fin a la “Iniciativa China” de la administración Trump, que los demócratas calificaban de “racista”. Pero la “raza” es a lo que apela Xi para exigir lealtad a Beijing a “todos los chinos” del mundo. Y las banderas de la República Popular China en los barrios chinos de los Estados Unidos revelaron a los chino-americanos que en sus comunidades ya hay tontos útiles de Beijing. O algo peor.

En 2019, el People’s Daily, diario portavoz del PCCh, declaró una “guerra popular” contra Estados Unidos ante el conflicto de aranceles. Y ahora que Xi Jinping” suma al totalitarismo, económicamente semicapitalista y oficialmente “maoísta”, su nuevo supremacismo racista basado en mitos históricos y sus pretensiones sobre los chinos del extranjero amenazan tanto a otras naciones como a la seguridad de las comunidades chinas en todo el mundo. Por eso Gordon G. Chang, autor del libro The Coming Collapse of China, ha llamado a la comunidad china de los Estados Unidos a “no tolerar la promoción del comunismo chino en “nuestro país […] la República Popular China lo está atacando y aspira a usarnos para derribarlo”.

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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