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LLEGA UN ORGULLOSO Ignacio Varga, “Nacho”, a El Michoacáno, el restaurante donde la temible familia Salamanca organiza sus negocios de droga. A Nacho le empieza a ir bien; es respetado y ya se encarga de manejar toda la estructura criminal de sus patrones sin don Héctor a sus espaldas. Pero ese día, en El Michoacáno se escucha de fondo Al compás de mi caballo, musicalizado por The Imperials; Varga, un tanto confundido, muestra signos de intranquilidad tras ver el rostro de preocupación de su socio Domingo. Se dirige a la cocina; hay un hombre, que nunca vio, cocinando tacos mientras canta, baila y sonríe. Se trata de Eduardo “Lalo” Salamanca —interpretado por el mexicoamericano Tony Dalton— el personaje que revolucionó Better Call Saul y cambió la perspectiva de cómo mirar el universo Breaking Bad.
Lalo Salamanca, detrás de su amistoso rostro e innato carisma, oculta sus dotes de villano, el mejor creado en Breaking Bad. Es un narcotraficante terrible como sus colegas en México, pero también un estratega, un jugador de ajedrez, como Gustavo Fring. Es capaz de engañar a Mike, de matar sin compasión mientras esboza una sonrisa perturbadora, de imponer confianza y miedo al espectador, de perturbar a todo su entorno por su construida personalidad cuasi psicópata.
Su primera aparición, cuando finalmente conoce a Nacho, se da en la cuarta temporada del exitoso spin-off que revela algunos puntos ciegos de la perfecta obra creada por Vince Gilligan y compañía. Los más grandes fanáticos se dieron cuenta enseguida que este Lalo Salamanca sería fundamental para Better Call Saul, porque fue el mismo que mencionó Saul Goodman durante la segunda temporada de Breaking Bad.
En la quinta y sexta temporada, ya como coprotagonista, Lalo desarrolla varias de las historias más atrapantes del spin-off; atormenta a Nacho, Saul, Kim y se convierte en una piedra en el zapato para Gus Fring. Solo es cuestión de tiempo para que comience la carnicería y ver el desenlace del Salamanca más icónico y relevante de la obra de Gilligan.
Ahora la carrera de Tony Dalton está en su cúspide, tras lograr el mejor personaje de su carrera con Lalo, además de convertirse en el primer actor mexicano en sumarse al universo de Marvel interpretando a “Jack Duquesne” en la serie de Hawkeye. Pero ¿cómo llegó hasta aquí Dalton?
El teatro como punto de partida
Si algo destacan los fanáticos de Better Call Saul sobre Tony Dalton es su perfecto español, el único en todo el universo Breaking Bad en dominar el idioma a la perfección con impactante naturalidad. Esto es porque Dalton, a pesar de haber nacido en Laredo, Texas, en 1975, creció en México luego de que sus padres fracasaran en su intento por montar un restaurante en el estado tejano.
Pasaron los años, Dalton aprendió español, adquirió el característico acento mexicano y dio marcha a Estados Unidos, aún adolescente, por orden de su padre, a estudiar en un colegio privado religioso en Massachusetts.
Mientras estudiaba, el mexicoamericano se enamoró de una de las hijas de los profesores y, para poder verse ante las estrictas normas del colegio privado, Dalton se unió al teatro de la escuela donde podía verla todas las tardes. Si bien el romance entre ellos no trascendió, allí el actor descubrió su vocación y verdadero gran amor: la actuación.
Dalton decidió convertirse en actor. Vivir de ello. Por eso, a los 19 años se instaló en New York, trabajó como mesero y estudió la carrera de actuación en el prestigioso Lee Strasberg Theater & Film Institute de Manhattan mientras hacía pequeñas obras de Broadway que, en sus palabras, «nadie veía».
Las cosas, simplemente, no funcionaron como él esperaba.
Ni tan mexicano, ni tan americano: el pecado y el atributo de Tony Dalton
La carrera del mexicoamericano no pudo despegar en la Gran Manzana, así que probó suerte en Los Ángeles, donde se topó con una realidad que le ha perseguido durante toda su carrera: para los productores hollywoodenses, Dalton no es lo suficientemente americano para un papel americano, ni tampoco lo suficientemente mexicano para un papel mexicano. No le encontraban un lugar para las diversas producciones a las que se postuló.
«Tengo una cosa que me persigue», le dijo Dalton al The New York Times. «’Bueno, no pareces tan mexicano, no suenas mexicano, pero eres mexicano. Así que, ¿te damos un papel mexicano o te damos un papel americano?’. Ha sido la perdición de mi existencia como actor. Al final ha funcionado a mi favor», afirmó.
En el transcurso de dos años, Tony Dalton probó suerte en 300 pruebas. En todas fue rechazado. Un golpe durísimo para su carrera, pero por ningún motivo uno que lograra derrotarlo.
Al igual que sus padres, luego de «fracasar» en Estados Unidos, Tony Dalton volvió a México para seguir con su carrera como actor en la capital, Ciudad de México. Y como muchos artistas talentosos, la necesidad lo llevaron a potenciar su talento.
En una entrevista con Los Ángeles Times, el actor destacó que la «desesperación y la pobreza» fueron una suerte de motor para mejorar sus guiones y, con ello, conseguir sus primeros papeles importantes en la televisión mexicana.
Su primer gran éxito llegó en 2004, con la película Matando Cabos, escrita y protagonizada por él mismo. Luego se consagró con varios hits, actuando en las novelas Clase 406 y Rebelde, o sus papeles en grandes películas como Sultanes del sur o La dictadura perfecta, una perspicaz e inteligente sátira que retrata los tratos y vínculos del Estado mexicano con el crimen organizado, las mafias, el narco y los dóciles medios de comunicación.
Tras 20 apariciones en la pantalla grande y una carrera muy sólida dentro de México, Tony Dalton empezó a ser reconocido internacionalmente por su papel protagónico en Sr. Ávila, una serie producida por HBO que en 2017 ganó el Emmy a «Mejor programa en horario principal en Estados Unidos de habla no-inglesa».
Al final, el éxito que no tuvieron los padres de Tony Dalton con su restaurante en Texas, y el fracaso que representó su primera aventura como actor en New York y Los Ángeles, fueron eventos significativos para la revancha del mexicoamericano en el mundo de la actuación. Sin esos traspiés, Dalton quizás no habría podido perfeccionar su español y tampoco hubiese obtenido el reconocimiento que alcanzó en su tierra, dos trampolines para materializar el papel de su vida: el de Lalo Salamanca.
Emmanuel Alejandro Rondón is a journalist at El American specializing in the areas of American politics and media analysis // Emmanuel Alejandro Rondón es periodista de El American especializado en las áreas de política americana y análisis de medios de comunicación.
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