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“Better Call Saul”: la imprescindible historia que redime a Jimmy McGill

Better Call Saul - El American, Emmanuel Alejandro Rondón

BETTER CALL SAUL llegó a su final. Es un shock, y cómo no serlo, si significa el cierre de la producción más gloriosa en la historia de la televisión, porque no hay —y difícilmente habrá— un universo tan perfecto y complejo como el creado y desarrollado por Vince Gilligan y Peter Gould.

Advertencia de spoilers

No es un secreto que Breaking Bad, El Camino y Better Call Saul no son historias distintas. Están minuciosamente pensadas para entrelazarse, comprenderse y ser analizadas juntas. Sin embargo, se ha caído en la trampa de la comparación, de poner face to face a Breaking Bad con Better Call Saul innecesariamente. Ambas son extensiones de una y otra. Relatos del futuro, pasado y también presente. Porque, como bien escribe Hughes en ABC, sin Kim Wexler (Rhea Seehorn), que no aparece en Breaking Bad, probablemente Jesse Pinkman (Aaron Paul) no hubiese confiado en Saul Goodman (Bob Odenkirk) para que lo represente. Y sin Saul Goodman, como él mismo lo admite ante la corte con mucho de orgullo pero también una pisca de vergüenza, Walter White no habría podido edificar su imperio de drogas.

Kim es más que esencial en este universo, una piedra angular inesperada. Aparece casi que en un rol secundario, a la par del bueno de Howard Hamlin (Patrick Fabian), en un spin off que prometía ser de Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks) y James McGill, o como se le conoce coloquialmente: Jimmy. Resulta que terminó adueñándose de la historia. De Jimmy, particularmente. Porque sin ella, Saul Goodman no hubiese existido.

Kim es la que enciende la cerilla que convierte a Jimmy McGill en el pintoresco abogado que defiende narcos, criminales y crea un imperio legal en Alburquerque para hacerse millonario a costa del éxito de las mafias. Su presencia tuvo un fuerte impacto en la vida Jimmy, pero su ausencia fue sencillamente demoledora. Lo llevó a su peor y más cruel versión.

Eso no quiere decir que James McGill sea un buen sujeto, ni hablar de su versión ratera Slippin’ Jimmy. Al contrario, el hombre está lejos de ser un protagonista perfecto, a lo sumo es un antihéroe complejísimo, con un pasado imposible de barrer bajo la alfombra que, aunque no parezca, atormenta a Jimmy una y otra vez. Un pasado que corre más rápido que él y que parece atraer la criminalidad a su esquina. Desde la primera temporada, de hecho, lucha contra la aceptación de los sobornos, la manipulación de la evidencia, el debate moral sobre representar criminales y, en el clímax de la serie, de si ir o no tan lejos con Howard.

Su contexto no colabora con él. Su hermano, Chuck, quien actuaba inmaculado, jamás quiso ayudarlo a redimirse. Simplemente no confiaba en él, lo quería cerca para amarrarlo, porque en algo tenía razón: si Jimmy se desataba, no iba a parar y, gracias al poder que la ley le dio, sumada a sus innatas habilidades para el engaño, crearía una tormenta perfecta que haría mucho daño. Eso pasó, pero achacar esta responsabilidad solamente al menor de los McGill es reduccionista.

Bob Odenkirk como Saul Goodman o Jimmy McGill a la izquierda, Rhea Seehorn como Kim Wexler a la derecha, en una de las escenas finales de ‘Better Call Saul’. Foto: Twitter oficial de Better Call Saul

Sin embargo, más allá de los juegos de poderes en el mundo criminal y el derecho, Better Call Saul no es una historia de drogas, crimen o leyes. Es un relato de redención. Casi todos los personajes principales necesitan huir o reparar algo que les atormenta y no los deja vivir tranquilos. Mike tiene una terrible muerte sobre sus hombros, Nacho el sufrimiento de su familia y Kim nunca fue la misma tras provocar, en parte, el asesinato de una persona que no merecía morir. Pero nadie busca más la redención que Jimmy McGill.

El último episodio, con todos los cameos habidos y por haber, lo explica perfectamente. En sus conversaciones con Mike, Walter White y su hermano Chuck se presagia la decisión final de Jimmy.

A Mike, aún autodefiniéndose como Jimmy McGill y antes de dar paso a la versión final de Saul Goodman, le plantea en el desierto sobre qué haría si tuviera la oportunidad de viajar al pasado. Mike acepta que no tomaría su primer soborno, pues eso cambiaría su vida y la de los suyos. Jimmy, en cambio, dice que invertiría en una tienda que luego sería exitosa y se haría increíblemente multimillonario. Pero no era verdad y eso queda en evidencia en el diálogo con White, donde el creador de la metanfetamina más pura del mundo, le dice al ahora abogado Saul Goodman que su tonta pregunta no era sobre viajes en el tiempo, sino de remordimientos.

Jimmy, contrariado, escucha la triste historia de Walter sobre cómo unos amigos suyos se aprovecharon de él y su ingenio para hacerse ricos a través de la ciencia. McGill solo es capaz de decir que él solo habría ido al momento donde se lesionó la rodilla hace décadas atrás, cambiando su relato y mintiendo descaradamente a White, que lo mira con genuino desprecio.

La verdad es que Jimmy, aunque no lo acepte, tiene arrepentimientos en su cabeza. Aunque él diga que solo busca el dinero y seguir con su turbia vida, todo queda retratado en el cameo con Chuck, donde el propio Jimmy admite que haría todo lo posible por ayudar a su hermano que padece una incapacitación de índole psicológica. Una tarea que, perfectamente, podría hacer un pasante de la firma donde su hermano es nada más y nada menos que socio mayoritario. Pero Jimmy cumple con su misión, le lleva bolsas de hielo, alimento y sus periódicos favoritos, porque de alguna forma quiere mostrar a su hermano que él puede y debe redimirse.

Pero el desarrollo de la historia lleva a Jimmy McGill a convertirse en un personaje todavía más cínico y repudiable, con habilidad tremenda para hacer el mal y que, como obra final, logra burlarse una última vez del sistema que llevaba años buscándolo para atraparlo y darle un escarmiento extraordinario. El hombre logra, con una facilidad humillante, bajar su absurda y larguísima sentencia a tan solo siete años cuando lo que merecía era pasar el resto de su vida en prisión.

Pero esa última jugada legal para reducir su sentencia tenía un precio: Kim Wexler, la mujer que lo cambió para siempre y que nunca olvidó, lo odiaría para el resto de sus días. Fue entonces cuando Saul Goodman, quien transitoriamente se convirtió en Gene mientras huía de la justicia, volvió a ser el Jimmy McGill que buscaba redención, admitiendo todos sus crímenes y complicidad con White y dejando afuera del conflicto a Wexler. Un acto no solo de amor, sino de genuino arrepentimiento, frente a las víctimas, las autoridades y la jueza que se retorcía por sentenciarlo.

La escena final, la última conversación, el último cigarrillo y las desenfundas pistolas imaginarias cierran la imprescindible historia de redención de Jimmy McGill. El personaje más complejo del universo Breaking Bad y, por supuesto, el hombre que será conocido por el eslogan más popular entre los criminales de Alburquerque: Better Call Saul!

Emmanuel Alejandro Rondón is a journalist at El American specializing in the areas of American politics and media analysis // Emmanuel Alejandro Rondón es periodista de El American especializado en las áreas de política americana y análisis de medios de comunicación.

Contacto: [email protected]

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