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EN LA ESCUELA MILITAR de Cadetes José María Córdoba, la principal de Colombia, había inquietud entre los asistentes el pasado 16 de agosto. El presidente Gustavo Petro no llegaba a la tradicional “Ceremonia de reconocimiento de tropas” pautada para las cinco de la tarde.
Luego de horas de espera, trascendió que el Jefe de Estado no llegaría a la cita ya que “se mantiene atendiendo reuniones urgentes privadas de Gobierno”. Así que las tropas se quedaron vestidas y formadas, un desaire a las Fuerzas Militares que ningún otro mandatario se había atrevido a cometer en el pasado.
Así pues, este fue el segundo golpe que Petro propinaba al sector castrense a pocos días de asumir la presidencia; puesto que el primero había sido pasar a retiro a 52 generales de todas las fuerzas para designar una cúpula más afín a su visión de país.
Incluso antes de asumir el poder, Petro sorprendió al mundo militar, nombrando como ministro de la Defensa a un connotado enemigo de la institución armada, el exmagistrado auxiliar de la Corte Suprema de Colombia, Iván Velásquez
Petro no ha escondido sus intenciones respecto a transformar a las Fuerzas Militares en una organización para la paz y no para la guerra; lo cual significa, en pocas palabras, primero, dejar de perseguir a los grupos terroristas, y segundo, poner fin al combate en contra del narcotráfico.
Respecto a lo primero, el mandatario expidió este viernes un decreto para “suspender órdenes de captura y extradición a integrantes del ELN”; respecto a lo segundo, el Grupo de Puebla —al cual pertenece Petro- difundió este sábado un artículo publicado en The Guardian, escrito por la senadora María José Pizarro, dirigente del Pacto Histórico, en el que plantea que debe finalizar cuanto antes “la guerra contra las drogas”.
Esto para nada debe asombrarnos, ya que durante la campaña electoral, el ahora presidente propuso abierta y públicamente la legalización de los cultivos, la legalización del consumo y la prohibición del uso de glifosato para fumigar plantaciones de cocaína. Por lo que el expresidente Andrés Pastrana siempre se ha referido a Petro como el caballo de “Troya del narcotráfico”.
Ahora bien, para lograr estos dos fines, Petro debe modificar la misión y el concepto de las Fuerzas Militares de Colombia, para convertirlas en una organización al servicio de sus intereses, tal como lo hizo Chávez en Venezuela.
Sin embargo, existen diferencias entre ambos. La primera es que Chávez provenía del mundo militar, mientras que Petro proviene de la guerrilla. La segunda es que las Fuerzas Armadas venezolanas no habían librado un solo combate en décadas, mientras que las Fuerzas Militares colombianas llevan 60 años luchando en contra de la subversión. En todo caso, Petro hará lo posible para lograr sus propósitos, aunque para ello deba corromper a los oficiales, como lo hizo Chávez en Venezuela.
Petro sabe bien que el único cabo suelto que le queda por controlar es el de los militares; puesto que ya los partidos políticos cedieron a su proyecto, utilizando como carnada la corrupción, que en Colombia se denomina “mermelada”; mientras que los empresarios serán fácilmente despachados con la reforma tributaria que está en proceso de aprobarse, la cual debilitará enormemente al sector privado de la economía.
Dos días después de haber dejado a los cadetes con “los crespos hechos”, como se dice en el argot popular cuando lo dejan a uno plantado, el senador Roy Barreras —aliado de Petro- difundió un trino para aparentar que el mandatario colombiano es una persona querida dentro del mundo militar; pero son solo eso, apariencias, y éstas siempre engañan.
Nitu Pérez Osuna es una reconocida periodista venezolana en el exilio. Por muchos años fue una de las caras principales del canal de noticias más importante de su país, hasta que fue vendido a aliados de la dictadura chavista, por lo que fue despedida. Nitu Pérez Osuna es perseguida política de Nicolás Maduro y se ha dedicado a denunciar, no solo a la dictadura de su país, sino a los regímenes socialistas de todo el continente.