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Gustavo Petro: el candidato del castrocomunismo con disfraz de “demócrata”

Gustavo Petro Colombia, El American

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Colombia tendrá pronto elecciones presidenciales. Su estable democracia, a pesar de casi 62 años no consecutivos de violencia política instigada principalmente por grupos subversivos de izquierda (1948-1958, 1964-2016), puede estar enfrentando su mayor amenaza. Gustavo Petro, el favorito en la carrera presidencial de Colombia, es un producto totalmente fabricado por el castrocomunismo. Petro es el candidato manchuriano del socialismo.

El apetito del comunismo en las Américas se remonta a la fundación de la Unión Soviética. En Colombia, la operación marxista más exitosa fue el “Bogotazo”. Allí, en la IX Conferencia Panamericana celebrada el 9 de abril de 1948, se produjo el primer intento agresivo del comunismo internacional de asaltar el poder en el país sudamericano. El asesinato del candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán desencadenó disturbios masivos que surgieron de la desinformación ideada por los soviéticos. Entre los presentes en aquel “viernes negro” se encuentran los comunistas cubanos Fidel Castro y Rafael del Pino.

Gustavo Petro, el hombre de La Habana

La Cuba comunista se convirtió desde el principio en una plataforma de lanzamiento soviética. Desde 1959, el castrocomunismo inicia una campaña subversiva dirigida a sumergirse en los asuntos de todos los países de América. De especial interés para el régimen castrista fueron Argentina, Colombia y Venezuela. En el caso colombiano, las tres principales organizaciones terroristas marxistas que se formaron con ayuda cubana fueron el Ejército de Liberación Nacional (ELN) (1964), las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) (1964) y el Movimiento 19 de Abril (M-19) (años 70).

El ELN y el M-19 se formularon estructuralmente en La Habana. Mientras los subsidios soviéticos llegaron a la isla, las revoluciones violentas fueron la norma. La caída de la URSS cambió todo eso. Al no poder financiar ya los costes de las insurgencias comunistas, hubo que reinventar la adquisición del poder político mediante la agresión armada. El régimen marxista de La Habana buscó nuevas vías de poder para América Latina, en el Foro de São Paulo (FSP) de 1990.

El tirano cubano Fidel Castro y su protegido, Lula de Silva, idearon un nuevo modelo dictatorial. El prototipo del FSP dictaba que el poder se adquiría haciendo uso de la democracia. La regla era competir en las elecciones, subvertir las instituciones democráticas después de haber ganado, y luego deconstruir las instituciones republicanas. Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia fueron los primeros casos de éxito del modelo del FSP.

El fallecido dictador cubano ejerció una enorme presión y las tres guerrillas comunistas colombianas adoptaron la nueva estrategia socialista post-soviética diseñada en 1990. El M-19 fue el primero en acatar las instrucciones de Castro. Poco a poco, el ELN siguió su ejemplo. Las FARC se mostraron más indecisas. El lucrativo negocio de la droga, junto con las políticas laxas de los presidentes César Gaviria, Ernesto Samper y Andrés Pastrana, contribuyeron sin duda a ello. El ascenso de Álvaro Uribe en 2002 cambió la dinámica. Al hacer la guerra para derrotar a las FARC y pacificar Colombia, Uribe logró lo que buscaba. 

Gustavo Petro se unió al M-19 a los 17 años. Entrenado a fondo como terrorista, Petro se puso rápidamente al frente del plan castrista. A petición del tirano cubano, hacia 1990 Petro cambió el uniforme de guerrillero por el disfraz de “demócrata”. En 1991, Petro comenzó su ascenso por diferentes ramas y cargos de la política colombiana. Con habilidad, disfrazado de socialdemócrata, sigue siendo un socialista estructurado. 

El recorrido del castrismo, para instituir la guerrilla radical marxista en la política colombiana, comenzó oficialmente con una visita de Estado del déspota cubano a Colombia en 1993. Para 2012, con la victoria militar del gobierno colombiano sobre los subversivos de las FARC, el régimen castrista, apoyado por el Vaticano del papa Francisco, y la administración de Obama, inició un esquema de acuerdo de “paz”. Cuatro años de negociación buscaron otorgar impunidad de ser juzgado al grupo terrorista colombiano por los crímenes de guerra y de lesa humanidad que venía cometiendo desde 1964. Entendiendo que una nueva administración en Bogotá, bajo el liderazgo de Juan Manuel Santos, tenía más posibilidades de conseguir dicho acuerdo, se puso a prueba en un referéndum popular.

El acuerdo de “paz” orquestado por el comunismo cubano fue rechazado por el pueblo colombiano el 2 de octubre de 2016. A pesar de la voluntad y el principio de soberanía popular, Santos pasó por encima del deseo del pueblo colombiano, “revisó” el acuerdo y maniobró en el Congreso para conseguir su aprobación. El plan del régimen castrista de incorporar a las FARC al panorama político colombiano se logró finalmente.

Petro ha interpretado el papel siguiendo estrictamente el libro de jugadas de la dictadura cubana. El antiguo terrorista del M-19 (Petro) ha logrado disfrazar su candidatura como de “centroizquierda”. La existencia de políticos apoyados por las FARC se presta a este engaño. La Habana ha sido el artífice de todos los disturbios que han asolado la presidencia de Duque. Hay una increíble similitud táctica entre la actividad subversiva que prevalece en las ciudades colombianas y chilenas (antes de Boric). El paradigma dictatorial del FSP persigue a Colombia. Petro es el hombre de La Habana en las elecciones presidenciales de 2022.  

Julio M Shiling, political scientist, writer, director of Patria de Martí and The Cuban American Voice, lecturer and media commentator. A native of Cuba, he currently lives in the United States. Twitter: @JulioMShiling // Julio es politólogo, escritor, director de Patria de Martí y The Cuban American Voice. Conferenciante y comentarista en los medios. Natural de Cuba, vive actualmente en EE UU.

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