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México: la oposición se muere de nada

Mexico la oposición se muere de nada. Imagen: EFE/Isaac Esquivel

En México se está consolidando un régimen centralista, caprichoso y autoritario decidido a destruir los avances del ahora extinto proceso de transición y consolidar una cuasi dictadura de largo plazo, donde vidas y haciendas estén sujetas al más o menos generoso capricho del presidente y de su partido.

La lección…

Hace 4 años, López Obrador no solo ganó la Presidencia por su carisma y marketing político, sino porque entendió que la sociedad estaba harta de la arrogancia y la corrupción de los gobiernos anteriores: las administraciones de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto tuvieron éxitos indudables a la hora de modernizar las instituciones y abrir a México al siglo XXI, pero no lograron que las personas de a pie se sintieran parte de ese proceso, diseñado por y para las élites. Su arrogancia los hizo odiosos, su notoria corrupción los volvió intolerables.

Con la mesa servida, López Obrador simplemente alimentó y canalizó el repudio que ya existía en buena parte de la sociedad:

  • El de los opositores al PRI, que con cierta razón se sentían traicionados por la falta de contundencia y efectividad de los gobiernos panistas.
  • El resentimiento de los viejos priístas, que se sentían desplazados por los tecnócratas.
  • El anhelo de revancha de quienes se sentían damnificados por el proceso de modernización del país, porque su empresa había quebrado ante la competencia extranjera o su puesto gubernamental había perdido prestaciones.
  • La ambición de líderes sociales que buscaban disfrutar de las mieles del gobierno, y la de los viejos políticos que habían quedado fuera de los partidos tradicionales y buscaban regresar al juego.

López Obrador tomó esta ensalada de rencores, la estructuró a partir de una narrativa de reconquista nacional y le dio forma de una alianza política lo suficientemente potente como para llevarlo a la Presidencia con más de 30 millones de votos, muy cómodas mayorías en el Congreso de la Unión y los congresos locales. Contra muchos pronósticos, ya en el poder ha tenido la inteligencia para mantener razonablemente unida a esta ensalada dispareja y consolidar una estructura de apoyos locales que le permite contar con gobernadores aliados en más de 2/3 partes de los estados del país.

…que la oposición no entiende

A más de cuatro años de su derrota en las elecciones del 2018, los partidos de oposición siguen sin acusar recibo, sin entender por qué los rechaza la gente, sin corregir sus errores y, peor aún, sin desarrollar liderazgos competitivos.

Cuando mucho, las burocracias partidistas de la alianza opositora han sido capaces de aliarse entre ellas y operar en conjunto. El resultado es “Va por México”, que logró integrar al PRI, PAN y PRD bajo un solo manto electoral e impedir que López Obrador consiguiera mayorías calificadas en el Congreso, un triunfo importante, pero insuficiente. Después de todo, los aliados del presidente arrasaron en las gubernaturas y mantuvieron las mayorías absolutas necesarias para aprobar leyes y presupuestos a nivel federal.

Para no ir más lejos: el hecho, cruel, claro y contundente, es que la estructura opositora no alcanza para ganar en 2024. Sin importar cuál sea el candidato oficialista y cuál sea el candidato opositor, las elecciones presidenciales están básicamente resueltas, ganará quien diga López Obrador.

¿Por qué? Porque a pesar de un Gobierno desastroso en términos de resultados, el presidente mantiene una popularidad cercana al 60 %; porque López Obrador tiene el apoyo de cada vez más gobernadores que acarrean votos usando las estructuras locales y complementan la operación del Gobierno federal; porque los candidatos oficialistas tienden a ser más conocidos y más apreciados que los posibles aspirantes opositores; porque apenas el 2 % de las personas tiene una “muy buena” opinión del PAN; porque la oposición no ha entendido que la gente la odia y tienen razones válidas para hacerlo; porque no hay ningún líder de oposición que rompa el molde.

Por lo tanto, si no hay un cambio drástico, si la oposición no corrige de inmediato y en 180° su enfoque y su discurso y si no surge como auténtico milagro guadalupano un líder con verdadero impacto, la inercia se va a imponer, y la ruta inercial es muy clara: en los siguientes 2 años Morena ganará la Presidencia, mantendrá y probablemente ampliará sus mayorías en el Congreso de la Unión, conquistará casi todas las gubernaturas que quedan en manos opositoras y amanecerá el primer lunes de julio de 2024 con el control absoluto del país.

Entre más nos acerquemos al 2024, más se fortalecerá esa inercia y más difícil será revertirla. ¿Cómo impedirlo? Por inicio de cuentas, cambiando la narrativa opositora, como expliqué en un artículo previo. También hay la esperanza de que la lucha el interior del oficialismo sea tan feroz que este colapse, incluso a pesar de la habilidad del presidente López Obrador; hay, una vez más, la posibilidad del milagro. Sin embargo, si no cambia nada, si los partidos de oposición no corrigen y sus líderes se aferran a los mismos errores que los llevaron a perder el 2018, entonces la elección del 24 será puro trámite. La oposición se muere de nada, y México pagará las consecuencias.

Gerardo Garibay Camarena, is a doctor of law, writer and political analyst with experience in the public and private sectors. His new book is "How to Play Chess Without Craps: A Guide to Reading Politics and Understanding Politicians" // Gerardo Garibay Camarena es doctor en derecho, escritor y analista político con experiencia en el sector público y privado. Su nuevo libro es “Cómo jugar al ajedrez Sin dados: Una guía para leer la política y entender a los políticos”

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