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PETA pide la renuncia de Fauci tras más denuncias de horribles experimentos con cachorros

Por Jon Miltimore

El Dr. Anthony Fauci, que ya enfrentaba peticiones de destitución por supuestamente  haberle mentido al Congreso sobre la financiación de una controvertida investigación genética en el laboratorio chino de Wuhan por parte de su agencia, se enfrenta ahora a la presión política en un frente diferente.

El viernes, un grupo bipartidista de legisladores envió una carta al Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NAID) y al presidente Joe Biden solicitando información sobre las acusaciones de que el gobierno financió experimentos en los que se inyectaron parásitos a cachorros.

“Escribimos con gran preocupación sobre los informes de experimentos costosos, crueles e innecesarios financiados por los contribuyentes, que han sido realizados en perros, encargados por el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas”, dijo la representante republicana, Nancy Mace de Carolina del Sur, una de los 24 legisladores que firmaron la carta.

El domingo, People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) se unió al grupo de legisladores que exigen que se tomen medidas en los Institutos Nacionales de Salud (NIH).

“Sí, creo que todos los que dirigen una agencia de los NIH ahora mismo deberían dimitir”, dijo la vicepresidenta senior de PETA, Kathy Guillermo, cuando se le preguntó si Fauci debería dimitir durante una entrevista con Newsmax.

A principios de este mes, se anunció que Francis S. Collins terminará su mandato como director de los NIH a finales de 2021.

Las acusaciones, que pueden leerse en este informe de The Hill, son a la vez sorprendentes y aterradoras. Pero no son nuevas.

En agosto, Brad Polumbo, de la Fundación para la Educación Económica (FEE), escribió sobre los experimentos que el NIAID, uno de los 27 institutos y centros que componen los NIH, había financiado supuestamente en los últimos años:

Según una nueva exposición del grupo de defensa contra la experimentación en animales White Coat Waste Project, los Institutos Nacionales de Salud gastaron $424,000 dólares en un estudio que implicaba el abuso de perros. El departamento de los NIH que está específicamente bajo la dirección del Dr. Anthony Fauci [NIAID] financió este experimento, y “encargó un estudio en el que se administró a beagles sanos un medicamento experimental y luego se les infestó intencionadamente con moscas portadoras de un parásito causante de enfermedades que afectan a los humanos”.

Las revelaciones de agosto, sin embargo, tampoco eran nuevas. Como señaló Polumbo, el White Coat Waste Project denunció en 2016 que el departamento de Fauci estaba “utilizando el dinero de los impuestos para comprar cachorros beagles y atarles cápsulas llenas de moscas infectadas en su piel”.

“Más de 1.100 beagles, sabuesos y perros de raza mixta —incluso cachorros— fueron sometidos a experimentos en laboratorios gubernamentales operados por el Departamento de Asuntos de Veteranos (VA), el Departamento de Defensa (DOD), la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC)”, se lee en el informe de 2016. “Cientos de perros fueron sometidos a experimentos que implicaban dolor y angustia significativos. NIH… [ha] gastado $5.95 millones de dólares desde 2011 para provocarles ataques cardíacos a los perros. Otros experimentos recientes incluyen la exposición de los perros al ántrax, forzarlos repetidamente a vomitar, perforarle los cráneos y dañar sus cerebros”.

La revelación de que los contribuyentes americanos financian horripilantes experimentos que infestan intencionadamente a los cachorros con parásitos para que se los coman las moscas es probablemente un shock para muchos. El hecho de que esto haya estado ocurriendo durante años es probablemente un shock aún mayor.

Sin embargo, la realidad es que el gobierno de USA tiene una larga historia de financiación y de horrible experimentación con animales e incluso con personas, “investigaciones” que llevarían a cualquier individuo o empresa privada a la cárcel si salieran a la luz.

El experimento de Tuskegee de 1932, que permitió que cientos de afroamericanos no recibieran tratamiento contra la sífilis para que los científicos pudieran estudiar sus efectos, es quizás el más famoso de los experimentos realizados por el gobierno de USA, pero es sólo uno de los tantos. Otras investigaciones llevadas a cabo o financiadas por el gobierno —sobre todo en las décadas de 1940 y 1950— incluían experimentos en los que se inyectaba a los sujetos hepatitis, gonorrea, malaria y gripe asiática.

Los registros de las noticias de la época no mencionaban muchos de los experimentos, informó la NBC en 2011.

Sin duda, muchos se preguntan cómo el gobierno pudo salirse con la suya con tales experimentaciones, pero la respuesta no es difícil de encontrarla. Como observó una vez el economista Murray Rothbard, el gobierno se otorga a sí mismo ciertos privilegios que no se le conceden a otros miembros de la sociedad, en particular la capacidad de utilizar la violencia.

“El Estado es la organización de la sociedad que intenta mantener el monopolio del uso de la fuerza y la violencia en un área territorial determinada”, escribió Rothbard en Anatomía del Estado.

Rothbard se refería principalmente a la capacidad del Estado para recaudar ingresos a través de los impuestos, en lugar de hacerlo mediante el comercio (o la caridad), como todos los demás. Pero la historia está repleta de ejemplos que demuestran que el Estado también utiliza su monopolio de la fuerza para eximirse de las leyes habituales que rigen a los simples individuos y a las empresas privadas.

Muchos argumentarán que los experimentos horripilantes en cachorros no son lo mismo que los experimentos horripilantes en humanos, y estoy de acuerdo, pero esa no es la cuestión. La cuestión es que el gobierno se exime sistemáticamente de la ética que (con razón) nos obliga al resto.

Tampoco es un misterio por qué el gobierno viola los límites éticos normales. Como observó en una ocasión el economista ganador del Premio Nobel, F.A. Hayek, está incorporado a la filosofía colectivista.

“El principio de que el fin justifica los medios se considera en la ética individualista como la negación de toda moral”, señaló Hayek. “En la ética colectivista se convierte necesariamente en la regla suprema”.

Para Fauci, al igual que sus predecesores en los años 30, 40 y 50, el fin es el avance de la ciencia (aunque el proyecto White Coat Waste dice que inyectarle a los cachorros es científicamente superfluo, además de poco ético, puesto que esos experimentos ya se han hecho con ratones y otras criaturas roedoras). Para los nazis y los soviéticos y muchos otros Estados colectivistas a lo largo de la historia, el fin era el avance del partido.

En ambos casos, las violaciones éticas se persiguen por “un bien mayor“.

No esperes a que los experimentos del Dr. Fauci se detengan pronto. Es probable que la única razón por la que estén llamando la atención sea por el escándalo mucho mayor que se está gestando con el apoyo financiero no autorizado de Fauci a la investigación sobre las ganancias en función, algo que él ha negado.

No obstante, los crueles experimentos del NIAID ofrecen una lección crucial sobre la naturaleza del gobierno y una importante lección sobre los medios y los fines.

“Los fines, las metas, los objetivos no son más que la esperanza de lo que vendrá… no… la realidad… de la que se pueden tomar con seguridad las normas de conducta correcta”, observó una vez el fundador de la Fundación para la Educación Económica (FEE), Leonard Read. “Muchos de los actos más monstruosos de la historia de la humanidad se han perpetrado en nombre de hacer el bien, en busca de algún objetivo ‘noble’. Ilustran la falacia de que el fin justifica los medios”.

El Dr. Fauci podría haber aprendido mucho de Leonard Read.

Foundation for Economic Education (FEE)

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