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Retomando la debilidad de Obama ante Irán, Biden desestabilizará al Medio Oriente

Irán, El AMERICAN

En 2015 los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos, China, Rusia, Francia y el Reino Unido, firmaron junto a Alemania y la Unión Europea el Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA) con la República Islámica de Irán. En ese acuerdo Teherán aceptó desmantelar parte de su programa nuclear a cambio de un alivio de sanciones económicas que resultan realmente costosas para la economía Iraní. 

En el mejor de los casos, el débil JCPOA habría retrasado el desarrollo de ojivas nucleares iraníes entre 10 y 15 años. En el peor, simplemente habría hecho más costoso para Irán mantener bajo el mayor secreto su programa nuclear militar en marcha. Y con la reducción de sanciones, el acuerdo posiblemente dotó a Teherán de los recursos económicos para mantener operando ese programa nuclear militar en secreto. 

Terrorismo y hegemonía regional

Desde su fundación, el 1 de abril de 1979, la República Islámica de Irán lucha violentamente por ser la primera potencia regional y la fuerza religiosa dominante de Medio Oriente. Irán integra el fundamentalismo musulmán, como base de un autoritarismo político chií, en una política económica nacional socialista. 

Pese a ataques de alto perfil sobre blancos tan lejanos como una mutualista hebrea en Buenos Aires (AMIA), el patrocinio al terrorismo por Irán ha afectado principalmente al Medio Oriente. El acuerdo nuclear del 2015 no menciona las actividades subversivas de Irán en la región, ni su patrocinio de actividades terroristas.

En busca de la hegemonía regional Teherán patrocina insurrecciones y el terrorismo de organizaciones chiítas como Hezbollah. Hezbollah es una organización terrorista que ha logrado representación en el Gobierno del Líbano y ser la primera fuerza política de la autonomía Palestina. Además, la organización terrorista mantiene bases tácticas en el Líbano y Gaza para lanzar cohetes contra Israel

Irán también apoyó el levantamiento de la tribu chií de los hutíes en Yemen y actividades subversivas contra Irak y Arabia Saudita. Los objetivos externos declarados de Teherán van de borrar del mapa a Israel, a luchar contra la influencia global de Estados Unidos y antagonizar a Arabia Saudita en el Medio Oriente.

Trump en el Medio Oriente

La administración Obama había coincidido con Bruselas en un acuerdo nuclear laxo que no incluyera el tema del patrocinio al terrorismo y la subversión regional. El presidente Trump le dio un vuelco a esa fallida política cancelando el acuerdo nuclear en 2018. Trump condicionó otro en el que Teherán renunciara realmente a programas secretos de ojivas nucleares y aceptara inspecciones sin aviso de instalaciones sospechosas. 

El republicano también exigió vincular el tema del patrocinio Iraní del terrorismo y la subversión en el Medio Oriente al del acuerdo nuclear y las sanciones. Bruselas se escandalizó porque la Unión Europea (EU) tenía más interés en mantener relaciones comerciales con Teherán que en detener su patrocinio al terrorismo y la subversión en el Medio Oriente.

Una alianza, respaldada por Washington, entre Israel y ciertos países árabes para enfrentar efectivamente la agresiva política de Irán fue el mayor éxito de Trump en el Medio Oriente. Fuerzas regionales, previamente antagónicas entre sí, se aliaron con Washington para frenar a Irán. Con Biden era de temer el abandono de los acuerdos contra Irán y el retorno a la fallida política de Obama hacia el Medio Oriente. 

Malas señales de Washington

El nombramiento de Robert Malley señaló que Washington regresaría al acuerdo nuclear de 2015 sin condiciones, mientras tanto, Teherán ahora reveló que ampliará su programa de enriquecimiento de uranio. Y ante un Washington debilitado, Irán confía en que Rusia, China y la UE le facilitarán las próximas negociaciones. Lógicamente Teherán acelerará su desarrollo nuclear antes de las negociaciones.

La frágil estabilidad del Medio Oriente dependía de que Estados Unidos y Europa exigieran a Teherán ya no desarrollar instalaciones de armas nucleares, ni patrocinar actividades subversivas y terroristas. Es lo mínimo que debían exigir para un nuevo acuerdo nuclear con Irán, pero sin Trump, no lo exigirán. Las consecuencias, a mediano y largo plazo, de retomar la debilidad de Obama ante Irán serán terribles para los Estados Unidos y trágicas para el Medio Oriente. 

Guillermo Rodríguez is a professor of Political Economy in the extension area of the Faculty of Economic and Administrative Sciences at Universidad Monteávila, in Caracas. A researcher at the Juan de Mariana Center and author of several books // Guillermo es profesor de Economía Política en el área de extensión de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Monteávila, en Caracas, investigador en el Centro Juan de Mariana y autor de varios libros

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