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Colombia, otro país que cae ante la izquierda castro-chavista

Colombia, El American

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Como ya es bien sabido por todos, la estrecha victoria del izquierdista radical Gustavo Petro con su Pacto Histórico, alcanzando 50.44 % del total de votos escrutados sobre el centrista ingeniero Rodolfo Hernández y su Liga de Gobernantes Anticorrupción, que obtuvo 47.31 %, más un total de 3.43 % de votos nulos y en blanco, pero sobre todo, un 41.91 % de abstención.

Si bien es cierto que la abstención experimentada este 2022 es la más baja desde 1998, deja en evidencia que poco menos de la mitad de los electores colombianos están desconectados de la política, por lo que esta les resulta inútil o al menos indiferente. Lo que equivale a decir, en términos generales, son una sociedad que no siente que la política le resulta vinculante tanto para su vida como para la solución de sus problemas colectivos e individuales.

Dado esta breve contextualización, quiero iniciar mi análisis intentando explicar la derrota de Hernández, más allá de los números, pues, ciertamente en días anteriores, estimé que este se impondría sobre Petro en el balotaje basado en las estimaciones de las intencionales de votos de los seguidores “Fico” Gutiérrez y Sergio Fajardo. Que si bien es cierto, esto ocurrió mayoritariamente, no fue suficiente.

Entonces, la pregunta clave es ¿por qué Hernández no logró imponerse sobre Petro, pese a que contaba con la intención de votos de los electores de Fico y Fajardo? Para dar respuesta a dicha pregunta, debemos considerar varios factores, que abordaremos desde lo más simple a lo más complejo.

Desde el punto de vista más simple, la falla estuvo esencialmente en la naturaleza misma de la candidatura de Rodolfo Hernández, es decir, al ser un proyecto típico de un outsider carecía de un partido político que le diera estructura capaz de garantizar la máxima movilización de electores y la defensa de los votos en la mayor cantidad de mesas electorales a lo largo de todo el territorio nacional.

Pero la debilidad medular de Hernández, no radicó en su falta de estructura partidaria o que su propuesta programática no fue lo suficientemente atractiva para el electorado. A nuestro juicio, la fuente de mayor debilidad de la candidatura de Hernández se encontró en un sólido sentimiento antipolítica profundamente arraigado en amplios sectores sociales de la sociedad colombiana.

Adicionalmente, sobre la base de ese contexto, las fuerzas de derecha o conservadoras, lejos de unirse para luchar contra un enemigo común, la izquierda, terminaron tomando las banderas de esta para atacar encarnizadamente e incluso de manera irracional a quien ha sido el padre de la Colombia moderna y actual que hoy conocemos, vale decir, el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Infeliz e injustamente, Uribe ha sido satanizado y judicializado con decenas de causas penales que en definitiva terminaron erosionando poderosamente su enorme liderazgo político. 

Uribe marcó el fin de un periodo en la historia política contemporánea colombiana, el de la democracia bipartidista entre liberales y conservadores, dando paso a una Colombia que más allá de llevar su propia hegemonía (el uribismo) y que fue representado por las dos presidencias de Juan Manuel Santos más un mandato de Iván Duque, Uribe marcó en términos históricos, el fin de la Colombia como Estado fallido, caracterizada por la violencia y el dominio de organizaciones narco-terroristas como las FARC y el ELN, más los cárteles de la droga de Medellín y Cali, ambas tenían técnicamente situado al Estado colombiano y secuestrada a la población civil, sin capacidad de generar desarrollo y prosperidad, por tanto, una población subsumida en la pobreza.

Finalmente, producto de esos errores de la clase política centro-derechista y conservadora colombiana, víctima de su personalismo, de su incapacidad de construir un proyecto político programático apalancado en el éxito político-institucional del legado de la era del uribismo, optó por ir tras la cabeza de Uribe para ampliar los beneficios socioeconómicos de la democracia a mayores sectores de la población, en especial en aquellos territorios apartados del centro del poder, como son las regiones costeras y del pacífico colombiano. Hoy, Colombia pagará terriblemente esos errores luego de la llegada de Gustavo Petro al Palacio de Nariño.

Nahem Reyes is a PhD in history from the Andrés Bello Catholix University and associate member of the American Studies Center of the Central University of Venezuela. // Nahem Reyes es doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello y miembro asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela.

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